Los hábitos esenciales para mantener sana tu salud mental

28/03/2023

La salud mental es un tema que nos preocupa a todos, pero que no siempre es fácil hablar de ello. Cuando nos sentimos decaídos, o nos rayan las cosas propias de la vida, tendemos a refugiarnos en las personas de confianza para desahogarnos o en experiencias que nos aporten un extra de entretenimiento para no tener que pensar en aquello que nos molesta. Yo en este post no te voy a dar lecciones de nada, no tengo interés en que lo tomes como una verdad universal porque cada uno tiene sus estrategias. Aquí te mostraré hábitos que yo he podido comprobar en mi misma que son acertados para mantener un equilibrio en la salud mental. Te pido que los pruebes para corroborar que sí o que no son válidos para ti, pero hazlo durante varios días para poder tener una opinión sólida. Voy a ello.

¿Por qué tendría que sumar hábitos para mi salud mental?

Cómo te comentaba en este post, los hábitos son una necesidad queriendo ser cubierta, hay algunos que son buenos hábitos porque nos acercan a nuestro bienestar, y otros que no lo son tanto porque nos alejan de ello (aunque mucho de estos hábitos a veces no lo parezcan porque nos sentimos bien haciéndolos).

Hay una serie de hábitos de comportamiento, podría llamar también costumbres, que si las implantas en tu vida gozarás de mayor bienestar. Lo que provocarán es que aspectos que consideras relevantes para poder sentir bienestar están presentes. Por ejemplo, para mi. si el hábito me ayuda a sentir claridad, coherencia y a sentirme auténtica, entonces está siendo un buen hábito.

Empiezo ya a lanzarte estas ideas, que puedes convertir en hábitos, de las que te hablaba al principio que considero de una gran importancia para caminar con fluidez y satisfacción en tu vida.

Hazte preguntas que lleven el foco hacia ti

Hacerse preguntas es una de las llaves maestras del crecimiento personal. Todo lo que he ido consiguiendo en mi vida ha sido, en parte, a las preguntas que me he hecho o me han hecho. Abre la mente a nuevas perspectivas y escenarios que aportan alternativas y soluciones hasta ahora no planteadas.

Por supuesto, no queda solo en hacerse preguntas aleatorias, si no que, lo que genera un cambio es que el foco de la pregunta esté en ti. Te pongo varios ejemplos:

  • ¿Qué estoy sintiendo? ¿Qué he pensado para sentirme ahora así? ¿Hacía que resultado me está llevando este comportamiento? ¿Qué estoy dispuesta a cambiar? ¿Qué responsabilidad tengo en este conflicto? ¿Qué depende de mi? ¿De qué no me quiero dar cuenta? ¿Qué estoy evitando?

Si te das cuenta, todo va en la dirección de averiguar cosas nuevas de ti que aún no te habías parado a mirar. Y después, responsabilizarte de la parte que depende de ti (que en la mayoría de las ocasiones es mucha) y flexibilizar con nuevos caminos.

Atiende a tus sensaciones corporales

La tendencia es a dejar de atender a nuestro cuerpo. Cuando somos bebés y pequeños, nos guiamos por cómo nos parecen o nos encontramos respecto a lo que sucede a nuestro alrededor. Somos fieles a lo que sentimos. En cambio, a medida que otras necesidades (muy humanas) entran en juego, dejamos de darle importancia a todo eso y solemos racionalizar más nuestra vivencia.

Tendemos a llevar la atención fuera, hacia otro lugar que no sea nuestro interior. Y creo que es un fatídico error para con nosotros mismos. Nos ponemos un antifaz negro, unos cascos insonorizados y guantes de jardinería para evitar sentir. ¿Y qué nos ha llevado a tratar de esconder o no atender a nuestras emociones? Aquí hay un mix que puede influir en nosotros y nuestra evolución del sentir. El entorno, nuestra familia, nuestra educación, los aprendizajes en la infancia, y adolescencia también, y por supuesto, la sociedad creo que son fundamentales a la hora de forjarnos un estilo emocional.

Para cambiar el rumbo de las cosas mi recomendación es que cada día practiques la atención corporal. Sin presiones, sin expectativas, sin resultados. Cómo y cuando puedas haz un escaner de tu cuerpo. Busca, zona a zona, primero cabeza, luego cuello, brazos, espalda, estomago, caderas, piernas, sensaciones que, bien pueden ser molestas o placenteras, aparezcan y estén en ti. Y cuando las encuentres, quédate ahí observándolas con detenimiento. Observar una sensación es darle espacio para sentirla, llevando tu respiración hacia ese lugar.

Toma decisiones hasta el final

Como último hábito y siendo más útil de la mano de los otros dos, te diría que tomes decisiones, por pequeñas que fueran, hasta el final. Esto lo aprendí de una mentora hace unos años, y es que, independientemente de si escogemos el mismo camino de siempre o uno nuevo, lo hagamos al 100%.

Tendemos a elegir una de las opciones pero con condiciones (aunque no las verbalicemos, están presentes muchas de las veces). Solo sabemos que hemos tomado una decisión del todo cuando, a pesar de conocer las alternativas no escogidas, estas no te condicionan y no te hacen dudar. Sabes lo que pierdes al escoger y aún así, estás dispuesta a renunciar a ello. Esto, para mi, significa que actuarás coherentemente con tu decisión cuando se presenten dificultades.

¿Cómo consigo unir estos tres hábitos para que sucedan?

He aquí algo fundamental: conocer nuestras necesidades y darles prioridad. Atribuyo mucho de nuestro malestar a que estamos en conflicto permanente porque aunque nuestra máxima aspiración es que queremos cubrir nuestras propias necesidades, entre medias se cuelan las creencias, los supuestos, los juicios, los miedos, etc.

Como seres humanos estamos en constante deseo de mejora, de romper con nuestras inseguridades. Por eso la tendencia es a seguir hasta que creemos que lo tenemos cubierto. Pero me encuentro en sesión tantas veces que esto no está hecho de una manera auténtica y coherente que claro, luego llegan a mi consulta personas que no se sienten auténticas, están frustradas o enfadadas, o peor, se sienten vacías de algún modo.

Para que estos hacerte preguntas focalizadas en ti, atender tus sensaciones corporales y tomar decisiones hasta el final cobren sentido para ti tiene que suceder antes lo siguiente: Conocer cuáles son tus pilares inquebrantablesCon ellos te será más fácil hacerte preguntas acertadas porque irán directas justo a equilibrar esos pilares. Siendo coherente con ellos, podrás observar qué está pasando en cada momento que te está haciendo sentir lo que sientes. Y viviendo sostenida por ellos, te será mucho más fácil tomar decisiones hasta el final.

Por lo que hacer una revisión habitual de tus pilares podría ser el hábito más preciado para tu salud mental.

Espero que de alguna manera todo esto que te cuento te ayude a reflexionar sobre tu persona y cómo estás gestionando ahora tu crecimiento personal. Si necesitas hablar al respecto para aclararte un poco y saber si puedes hacer más, no dudes en hacer uso de mi Sesión de Valoración. 30 minutos gratuitos y sin compromiso para que me cuentes, aquí abajo te dejo el botón.

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