Una y otra vez se te escapa el aire de los pulmones, y suspiras, y observas, te enfadas. Una y otra vez lo sueñas, y vuelves a dejarlo volar. Cada mañana te enfundas el disfraz de ser humano normal. Y sales al ruedo resuelto a pasar desapercibido, a reaccionar ante los mismos ojos. Y te anestesias con excusas y quejas. Más días de mierda, supongo. Más nudos.
¿Cuántas veces te has imaginado tomando esa decisión que te ronda la cabeza cuando nadie te ve? ¿Cuántas veces te has pillado pensando en algo que te hace vibrar pero que “es una locura”? Confías en que algún día dejarás de sentir que “esa locura” no es para tanto. Y continúas postergando tu fuego interno. Porque “puede ser un hobby” o porque “no es el momento”. Y ese nudo de frustración se tensa cada vez más.
Lo malo es que tú consigues que esta imagen brillante se difumine hasta desaparecer. Y ésto lo haces por lo que puedan pensar, no porque no te veas, porque tú te has imaginado una y mil veces encima de ese escenario, representando tu vida.
Te pongo un ejemplo que seguro que entiendes. Es como si nunca te compras unas zapatillas blancas porque tu madre siempre te ha dicho que “son muy sucias”, y hoy cuando vas a una tienda y las tienes delante, las miras, las tocas y te las llegas incluso a probar tímidamente. Y te encantan, pero “son muy sucias”. Y te compras unas negras, que tienes tres pares. Otra vez te quedas sin saber qué sentirás llevando esas “sucias” zapatillas blancas. Otra jodida vez.
Y te quiero resaltar algo gracioso. Crees que les vas a decepcionar, pero no lo sabes. Esa es la realidad. Hay un 50% de posibilidades. Y si acaba ocurriendo el problema lo tienen ellos. No tú. Tú tienes otros. Como que estas viviendo una vida a medias, por ejemplo.
Puedes cambiar esto, si quieres.
Para empezar, puedes comenzar a pensar en ti antes.
¿Qué es lo que tanto anhelas? ¿Mereces intentarlo? ¿Quién está viviendo tu vida?
Para continuar necesitas comunicar tus intenciones a aquellos que temes decepcionar. Puede que te sorprendan. O no. Independientemente de lo que ocurra, negocia si te interesa, y si lo que quieres te importa demasiado, no negocies. No lo hagas.
Para eso puedes echar mano de la firmeza. Te puedo asegurar que yo nunca la tuve, siempre he sido muy diplomática. Así que muchas de mis ideas se han quedado en la libreta de “IDEAS”, porque pensé que eran una “tontería” o porque las compartí y alguien que me importaba me dio un feedback no muy bueno. Desde que me mantengo firme en lo que yo pienso estoy evolucionando. Joder, es que si no lo hago, nadie lo hará por mi.
Para finalizar quiero contaros una cosa. Yo, un día, me compré unas Converse Blancas preciosas. Se ensucian con sólo mirarlas. Sí mamá, se ensucian mucho … Pero no sabes lo bonitas que son y la de pasos que he dado con ellas. 🙂
*Para cualquiera de estas cosas, si necesitas ayuda de un profesional, no dudes en contactar conmigo.
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