«Yo tengo las capacidades que necesito en cada momento y lo hago lo mejor que sé y puedo».
Esta frase es una de las que me lleva a mis metas hoy. Es la que yo me digo ahora, después de muchos años y muchos quebraderos de cabeza. Llevo 7 años siendo emprendedora. Podríamos decir que emprendedora soy mucho, aunque no he conseguido, aún, llegar a un buen término. Osea, profesionalizarme al 100% y vivir de mi profesión.
Yo no vengo aquí a contarte cómo ser millonario en 3 meses o como sacar rentabilidad a un blog. Yo vengo aquí a contar las «miserias» emocionales que he vivido, por si tú estuvieras pasando por lo mismo que yo, que sepas cómo salir, o al menos, las enseñanzas que yo llevo en mi mochila y que me sirven.
Una de tantas es la frase con la que comienzo este post. Todo empezó cuando yo quise ser «coach». El mundo del coaching me maravilló desde el minuto cero porque englobaba todo lo que yo no tenía. Superación, coherencia, constancia, motivación, gestión emocional … Intuía que podía ser mi camino porque aunque me quedaba mucho por recorrer, había algo que me enganchaba, y ello era la posibilidad infinita de mejorar y poder acompañar a personas a que consiguieran grandes sueños.
Esa era mi idea entonces. Ser una coach de éxito, reconocida y ganando mucha pasta. Bien, pues como podrás imaginar, me pegué un gran batacazo nada más empezar. Y es que después de formarme, empecé a conocer a personas del mundo del coaching en Zaragoza. Me metí en una asociación y me dejé guiar por varias personas de mi entorno. Yo buscaba la manera de ponerme a su altura, de hacer el coaching que hacían, de hablar de la manera que lo hacían, de parecer todo lo profesional que parecían.
Y comenzó a fraguarse dentro de mi un pensamiento que me ha acompañado durante 7 años de carrera. «No estás lo suficientemente formada», «No sabes hacer coaching» «Tienes que tener cuidado» «Va a pensar que qué cojones estoy haciendo», y todos los etcéteras que te puedas imaginar que me hacieron cuestionar toda mi capacidad y habilidad para esta profesión.
Eres quien eres gracias a todo el trayecto recorrido.
Yo he estado en el pozo de la frustración, he estado rodeada de toda mi basura emocional y por supuesto revolcándome en ella. He dejado que mis creencias me gobernasen una a una, poniéndoles nombres falsos como «bloqueos» o «excusas». Todo esto fue mi camino, me parece que si no lo hubiera vivido de esa manera, no sería mi camino y no estaría donde estoy ahora.
Agradecer lo que llevas andado, felicitarte por lo que YA SABES, y no rasgarte las vestiduras por lo que AÚN NO TIENES. Esa es la clave. Vivir alimentándote de tus buenas maneras, de tus buenos hábitos, de tus palabras. Mirando para dentro y no para fuera. Lo de fuera solo importará cuando lo de dentro esté completo.
Todo lo que necesitas lo tienes dentro de ti
Cuándo nos presentamos ante un nuevo reto, algo a lo que nunca antes nos hemos visto expuestos, algo dentro de nosotros se pone en alerta. Comenzamos a hacernos preguntas ¿Seré capaz? ¿Tendré el valor suficiente? ¿Lo conseguiré? ¿Les gustaré? ¿Ganaré suficiente dinero? ¿Me seguirán en las redes sociales? ¿Querrán comprarme? y muchos bla bla bla que te dejarán sin habla, irónicamente.
Nos ponemos en duda, cuestionamos nuestras habilidades e intuiciones. Nos comparamos con los demás, de los cuales, por cierto, no sabemos ni siquiera en que parte del camino están. Esto es importante resaltarlo, la comparación es tóxica porque nos hace chiquititos, no nos ayuda a crecer.
¿Puedes saber más de lo que sabes HOY?
Piensa en ésto, cuando nos agobiamos pensando que no somos lo suficientemente buenos estamos dejando atrás y pisando todos aquellos logros que nos han hecho llegar hasta aquí. Joder, que hemos hecho un camino ya, que hemos salvado obstáculos, que nos hemos caído y levantado, que podemos reconocernos en grandes hitos.
Sabemos lo que sabemos, no podemos saber más hoy. Por eso el ejercicio de asumirlo y ser humildes es fundamental. No eres mejor o peor que el resto, estás en un punto diferente del camino. Y ese camino será como tú quieras que sea, ni más ni menos.
De ti depende.
Quiero que sepas que para llegar a este punto, he hecho muchas cosas, entre ellas: muchísimo autoconocimiento, muchas preguntas, muchos nudos deshechos, muchas incoherencias resueltas. He puesto mi vida patas arriba para volverla a ordenar. Muchas veces. Me he vaciado para volverme a llenar de amor, de honestidad y aprendizaje. Lo he conseguido gracias al coaching, a la inteligencia emocional y a la PNL (programación neurolingüística). Tú también puedes hacerlo.
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